La Virgen del Rocío y Luis Álvarez Duarte

Hay momentos trascendentales en la vida de las cofradías en el discurrir de su historia. Unos propiciados por el lógico devenir de los hechos que día a día se van sucediendo, y otro fruto del constante afán de superación y mejora del patrimonio artístico. En nuestra cofradía llegó uno de esos momentos trascendentales, quizás diría yo el más fuerte y delicado que puede presentarse en una hermandad de barrio popular, y con una imagen tan entrañable, devocional y carismática como María Santísima del Rocío.

Ese momento es cuando tienes la certeza de que a tu Virgen querida, los años no le dejan arrugas como a los humanos, que proclamamos nuestro paso por la vida exhibiendo surcos y vesanas, que es la huella que nos deja nuestro cotidiano existir. A ella, sus arrugas son interiores y con el ajetreo, que en su ya larga vida junto a sus hijos victorianos, ha tenido que sufrir, se le han convertido en profundas grietas que amenazaban con causarle un daño irreparable si no se actuaba a tiempo. Así mismo; su policromía se encontraba bastante deteriorada y pobre, por ello también había que actuar sobre ella. Hubo pues que decidir la restauración de nuestra Madre de los Cielos, en decisión responsable y al mismo tiempo temerosa por su importancia presente y futura.

La Virgen del Rocío tras la restauración de Álvarez Duarte en 1993

El proceso ha sido laborioso y meticuloso; desde el principio se tuvo bien claro que había que tratarlo con gran delicadeza y ponerlo en las manos más prestigiosas y de mayor garantía en su culminación. Se inicia dicho proceso con un completo estudio fotográfico y radiológico para determinar con exactitud y valorar debidamente, todos y cada uno de los daños que la Sagrada Imagen tenía. Estos pasos fueron realizados; el primero por el Licenciado en Historia del Arte y Director de la revista «Via Crucis», D. Eduardo Nieto Cruz, que realizó un esplendido trabajo, tanto en fotografías normales, como con rayos ultravioletas. El segundo lo efectuó el Doctor D. Enrique Naveira Abeigón, experto radiólogo especializado en estudios sobre imágenes. Fundamentales e importantes estudios para tomarlos como base imprescindible para el siguiente paso. Este era designar al artista que habría de desarrollar y culminar el proceso de conservación y restauración de María Santísima del Rocío.

Para tener la mayor y más completa información técnica, se solicitan cuatro estudios a los más prestigiosos especialistas en la materia. Son: Dª Salomé Carrillo Becerra. Licenciada en Bellas Artes y restauradora; D. Óscar San José Márquez, Licenciado en Bellas Artes y Restaurador de Bienes Culturales; D. Salvador Guzmán Moral, Licenciado en Bellas Artes y especialistas en Conservación y Restauración de Obras de Arte y D. Luis Álvarez Duarte, escultor e imaginero.

Por decisión unánime de la Junta de Gobierno, es elegido por su grandes dotes artístícas y avalado por la ingente labor desarrollada en su taller, tanto en la hechura como restauración de importantes, devocionales y populares imágenes, señeras en la Semana Santa de Andalucía, como veneradas al culto en numerosos templos de España y hasta fuera de nuestras fronteras, D. Luis Alvarez Duarte.

El 27 de junio de 1992, se traslada nuestra querida Madre María Santísima del Rocío al bonito y ya entrañable pueblo sevillano de Gines, que es donde Luis tiene su casa y taller. Allí queda acompañada y cobijada bajo su techo y cuando salimos vemos como también está respirando el aroma de unos blancos jazmines que Luis -con amoroso detalle- ha cortado de su jardín para poner a sus pies. Se deja en la madera retirando toda la polícromía, para ir resanando todas las grietas y desperfectos que tiene, ensamblando las partes con las mejores maderas nobles. Se le hace una nueva peana con caoba del Brasil.

Y conservando la personalidad y estilo de la Santísima Virgen, procede a la encarnada y pátina de la más pura y clásica escuela barroca andaluza de los siglos diecisiete y dieciocho, dándole su sello artístico y personal. Todo lo anterionnente narrado en tan pocas palabras, lleva detrás muchas horas, mejor dicho días, de un trabajo duro, pero excelsamente desarrollado por el artista. En él se va todo el verano.

El 10 de octubre se termina y cuando la vemos nos sobrecoge e impresiona por su belleza y esplendor. Poco se puede agregar, ya hablará por si sola cuando tengáis la dicha de verla. El viernes 16 de octubre vuelve a su casa, la vieja y antigua ermita de San Lázaro, para volver a estar con sus hijos, hermanos y fieles de siempre. Ya está con nosotros. Ave María.

En este punto hago alto en la narración de los hechos, y me vais a permitir la licencia de hablar desde aquí al maestro Luis, en mi nombre, y creo con atrevimiento, que en el de todos los hermanos de la cofradía. La verdad es que pobre es mi prosa al escribir, pero más pobre me siento de palabras al intentar expresar mis sentimientos cofrades para decirte amigo Luis, la inmensa gratitud que te debemos los hermanos de esta malagueña hermandad y cofradía de nazarenos por el sublime trabajo que has realizado. Nos la has devuelto todavía más guapa, más reina, más Señora, más Virgen, más andaluza, más Rocío, más… Todo.

Has hecho realidad el milagro de; sin que cambie un ápice, sea un sueño hecho Virgen Victoriana. Hay tópicos y palabras tópicas, pero a veces no hay otras. Por ello solo te puedo decir con toda el alma; gracias eternas. Así y por siempre serán inseparables la Virgen del Rocío y Luis Álvarez Duarte. Siempre estarás con Ella y en Ella, y Ella siempre estará contigo. Amén.

Esteban Ribot Álvarez
Boletín Rocío, Cuaresma de 1993

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