XXXV Exaltación ‘Un Clavel para El Rocío’

Pregonero D. Alejandro Reche Puerto

Rocío, alianza de los cristianos.

¿Qué inspiró a Pío Mollar para reflejar tal belleza? ¿Qué tienes que haces suspirar a un barrio? ¿De dónde vino tu cariñoso y universal apelativo? ¿Eres gloria o dolorosa?

Estimadas autoridades y cofrades de distintas hermandades y cofradías, Director Espiritual, Señor Hermano Mayor y compañeros de la Junta de Gobierno de la Real, Ilustre y Venerable Hermandad Sacramental de Nuestro Padre Jesús Nazareno de los Pasos en el Monte Calvario y María Santísima del Rocío Coronada, Señoras y Señores. 

Vayan estas primeras líneas en agradecimiento a las siempre alentadoras palabras de Antonio Márquez, que el pasado año ocupó esta tribuna que solicita año tras año Un Clavel para El Rocío. Sus palabras hacia mi persona no hacen si no reflejar su calidad como hombre de fe, victoriano y cofrade del Rocío.

Forman parte de este escenario el magnífico cartel del maestro Pepe Palma y a la bendita palabra que nos une a todos, esas cinco letras que nos pellizcan el estómago o nos hace un nudo en la garganta al ser pronunciada. 

Junto a mi vera, se encuentra el guión de la Hermandad, y está aquí porque quien les recita estas palabras es el Secretario de la Hermandad, y, como ustedes saben, el guión es al secretario, lo que un capirote a un nazareno.

El crespón negro que luce el guión es en homenaje a D. Manuel Sánchez Ballester, secretario del Rocío e ideólogo del acontecimiento que hoy se pregona, y a D. Alberto Jiménez Herrera, pregonero de esta exaltación, del centenario de la Hermandad y pregonero de honor de la Coronación Canónica de María Santísima del Rocío.

Septiembre de 2012. Aún recuerdo como iba con ilusión a contarte que nuestra Virgen iba a ser coronada. Quería saber de primera mano tus impresiones y tu tan segura regañina por meternos en empresas de gran calado, careciendo, según tu parecer, de una cuidada formación religiosa y un ajuar digno para el magno evento mariano.

Te encontré enfermo, muy débil. Los años no pasan en balde pero como suele pasarle a quien ama de verdad a su cofradía, fue hablar de ella y los males pasaron a un segundo o tercer plano.

En seguida anoté tus primeras ideas y te hice prometer que estarías en 2015 junto a tus hermanos del Rocío. Y así fue. Las últimas palabras que nos cruzamos fueron en el Patio de las Cadenas, justo antes de entrar a la Catedral. ¡Qué feliz y contento estabas! ¡Si parecías haber perdido años!

En el recuerdo me quedan aquellas tardes en las que tras salir del Colegio Marista, yo subía las escaleras de la casa hermandad de Calle Amargura y me decías: A ti no te gusta limpiar el trono, pues siéntate aquí y ayúdame a doblar oficios y saludas de protocolo. 

Atrás quedaban años de lucha, trabajo y echarle imaginación para sacar de donde no había y aumentar la devoción a Jesús Nazareno y a su Madre. Y ya que estás tan cerquita de ellos, en la mejor Casa Hermandad que existe, el Rocío del Cielo, seguro que brindas con un buen vino blanco junto a Alberto Jiménez Herrera por un gran y esplendoroso Martes Santo. Descanse en paz, Manuel Sánchez Ballester.

El que uno sea cofrade le depara sorpresas y a veces duras pruebas que se admiten porque se intuyen van cargadas de amor y complicidad. Por eso, cuando mis compañeros de la comisión permanente me encargaron hacer este anual llamamiento, lo tomé como un homenaje a todos los componentes de la Junta de Gobierno, mis compañeros de trabajo en esta venerable institución, que durante estos cuatro años se han desvivido por su Hermandad, han trabajado y sufrido con el único fin de servir a sus titulares y rozaron la misma gloria nazarena en un un irrepetible 12 de septiembre.

Dicho lo cual, llega la hora de este humilde escribano al que los más cercanos califican de ‘pura sangre’ por nacer y criarse en las entrañas de su cofradía.

En la ciudad de Málaga, siendo las 21.45 horas del 5 de marzo de 2016, se reúnen en el salón de tronos de esta corporación victoriana hermanos, devotos, simpatizantes y vecinos de esta Sacramental Institución.

La exaltación tiene lugar en la casa hermandad, sita en calle Párroco Ruiz Furest del Barrio de la Victoria, siendo presidida por el Sr. Hermano Mayor y cuenta con un único punto del orden del día.

Con la venia de las autoridades presentes, cofrades, y por una vez, y sin que sirva de precedente, toma la palabra el Sr. Secretario para hacer lectura de una crónica muy especial: El recorrido cofrade de un pequeño que en una fría tarde de marzo fue bautizado en la Parroquia de San Lázaro y que hoy les habla como Secretario de la Hermandad.

Recibió su primer sacramento de manos del entonces Director Espiritual de esta corporación, el inolvidable D. Francisco Ruiz Furest, que hoy da nombre a la calle donde se levanta esta imponente casa hermandad.

Que distinto era entonces todo y que lejos queda ya. La década de los setenta expiraba y nuestra Semana Santa era otra sin dejar de ser la que hoy conocemos. Eran tiempos en los que la Cofradía del Rocío salía de un tinglao de calle Hernando de Zafra y en los que los tambores de cola y la banda de la Cruz Roja ponían la música a nuestros tronos.

Son los vagos recuerdos que este pequeño nazarenito guarda de unos Martes Santos con olor a túnicas de raso –material que más adelante pasaría a ser sustituido por el actual tergal– y que algún que otro padre y abuelo despistado guarda en su armario para que sea utilizado por sus retoños.

Tiempos en los que cuando la Cofradía celebraba algún culto interno, se escondía entre los bancos y agachaba la cabeza no fuera ser que citasen su nombre para imponerle la medalla como a un hombrecito. Cosas de la vida, más tarde sería él quien citase los nombres de los nuevos hermanos. Pero, un momento, los años van pasando y, aún guiado por sus padres, ve que su cofradía sale ahora de la vecina Calle Amargura, donde se levantaría la que sería la primera casa hermandad de su cofradía.

Ay, cuántos recuerdos de aquella sede, con su infinita escalera para subir a un apasionado Cabildo de Salida. ¡Aquellos si que eran cabildos y no los de ahora! 

La Málaga cofrade –y buena parte de la no cofrade– sabe que los hermanos de la Cofradía del Rocío hemos tenido apasionados cabildos de diversa índole. Aún así, siempre he entendido que todos los que participábamos de ellos tenemos claro que el Martes Santo las puertas de esta casa se abrirán a eso de las tres de la tarde y que en las calles de nuestra ciudad volverán a repetirse las escenas de pasión desbordada que solo se viven al paso de la Virgen vestida de blanco. La Tribuna de los Pobres será un hervidero de malagueños, calle Larios se vestirá de gala y las esquinas de Echegaray se abrirán con las voces certeras de un capataz. Esas airadas discusiones hablan de la grandeza de la corporación y de su tirón popular. Los hermanos del Rocío son muy celosos en todo lo que rodea a Jesús de los Pasos y a la Novia de Málaga: el color de su saya; como le cae la mantilla; el color de la túnica del nazareno; la manera en que se le coloca el rosario y hasta el gesto de su mirada –si es que parece que estás sonriendo cuando parece que no lo haces–. Puedo parecer exagerado y pecar de excesivo romanticismo por lo que voy a decir a continuación pero… que pocas Semanas Santas disfrutamos en nuestra vida. La esperanza de vida en España está situada en los ochenta y tres años. Que cada cual haga sus cálculos. ¿Cuarenta, cincuenta, sesenta? Disfrutemos cada una de ellas como si fuera la última y dejemos a un lado discusiones banales y apasionadas con las que podemos llevar al traste a esta institución y dañar el mismo nombre de la Santa Madre Iglesia.

Volviendo a la crónica de este pequeño nazareno que va creciendo y contándonos a grandes rasgos su visión de la Hermandad Sacramental del Rocío, continúa este Secretario con el uso de la palabra para narrar cómo un grupo humano trabaja por un mismo objetivo, la meta se cumple con holgura y es capaz de dejarnos bellísimos testimonios que perduran en el tiempo.

Así es la historia de cómo los cofrades victorianos tallaron para el Señor de los Pasos el más digno trono que sus sueños diseñaran.

Este pequeño nazareno recuerda como fue de la mano de su padre y del hermano mayor a la capital andaluza. Era a finales de la década de los ochenta y entonces llegar a Sevilla suponían seis horas de coche. En Calle Castelar tenía el taller el insigne Antonio Martín, que en gloria nazarena esté como todos aquellos artesanos andaluces de los que hoy disfrutamos su arte y a los que debemos el patrimonio de hermandades y cofradías.

Aún recuerdo el olor a madera que desprendía el pequeño y oscuro taller y como el célebre artista observaba con detalle el diseño que se le llevaba desde Málaga. Cuando Antonio Martín dijo que tardaría tres años para realizar la talla completa, este hermanito del Rocío, con cara de incredulidad, miró a su padre y le dijo que ya sabía porqué el artista hispalense tardaría tanto en hacer el trono de su Nazareno: ¡Cómo iba a girar él solo una cosa tan grande en ese taller tan chico!

Pasaron las primaveras y poco a poco se llegó al año en el que el trono estuvo finalizado, con la incorporación de la imaginería de Manuel Carmona y un extraordinario trabajo de dorado. Atrás quedaban verbenas, rifas y sorteos, sacrificar ferias y un objetivo común:

Que la frente que coronaron de espinas y camina hacia el Calvario, cayendo en la amargura de una Victoria, pidió a Andalucía que tallara un trono de Rey para que sus Pasos fueran testimonio de fe y la única Luz del Mundo.

La luz de un barrio que le cobija como una de las antiguas devociones de la ciudad, de Rancio Abolengo y solera por doquier, con su mano abrazando la Cruz de nuestros pecados y esbeltos arbotantes que lloran su bendita pasión. Es la pasión de tergal morada de nuestros mayores y de nuestros antepasados, ¡la que solo entiende aquel que besa su pie desnudo de túnica y cumple el ritual anual de vestir de nazareno y acompañar al Rey de la Victoria en procesión de penitencia por las calles de nuestra ciudad!

En los varales de los tronos que veremos navegar dentro de unos días en las calles malacitanas y detrás del hábito de nazareno que iluminarán el sendero de las sagradas imágenes, se esconden multitud de historias personales que describen situaciones conmovedoras que ilustran perfectamente lo que es la Semana Santa: fe y tradición.

Alejandro es madrileño. Vive y trabaja en la capital de España y conoce Málaga debido a que los veranos de su niñez y adolescencia los pasaba en las playas de Rincón de la Victoria. Con apenas 17 años le fue diagnosticado un tumor maligno y tuvo que someterse a duras sesiones de quimioterapia. Los médicos que le trataban en el madrileño hospital La Paz recomendaron a sus padres que su hijo pasara unos meses en Rincón de la Victoria. Allí, al lado del mar, donde no le afectara la contaminación y el clima fuera más benigno. Casualidades de la vida, la recuperación coincidió con la efervescencia cofrade malagueña y con los últimos coletazos de aquella lejana Cuaresma. Alejandro conoció y compartió con nosotros la Semana Santa y la pasión desbordada que los malagueños sentimos en estos días.

En uno de los primeros brindis juveniles que hicimos por su recuperación, Alejandro nos hizo la promesa que el año siguiente, en caso de curarse, metería el hombro bajo el trono de la Novia de Málaga. Pasaron los meses y el amigo, otrora enfermo, curó en salud y regresó a nuestra ciudad en una nueva primavera. Cumplió su promesa y este año cumplirá quince llevando a la Virgen del Rocío en su anual peregrinaje desde el viejo arrabal victoriano. Siempre me pregunto que le dirán sus compañeros de trabajo allá en Madrid cuando lo ven preparar celosamente su túnica y su viaje a Málaga.

 Historias como estas hay a montones en todas las cofradías de Andalucía. Historias que ponen la piel de gallina como la de aquella rosa que todos los años florecía en un rosal marchito del antiguo patio de San Lázaro. Son las historias que hacen contraer y relajarse a nuestro apasionado corazón cofrade.

Continuando con la crónica de este nazareno, avanzamos en el tiempo y llegamos a los años noventa, donde se detiene en recuerdos imborrables como aquella tarde de otoño en la que el Señor de los Pasos accedió por primera y –hasta ahora única vez– a la Santa Iglesia Catedral, permaneciendo allí dos semanas.

La exaltación y la propia ofrenda floral ‘Un Clavel para El Rocío’ están por aquellas fechas plenamente consolidadas y existen testimonios gráficos que hablan por sí solos del éxito de convocatoria y de las numerosas ofrendas de claveles que prácticamente llenaban la iglesia de San Lázaro.

Siempre he dicho que el Señor de los Pasos recompensa a través de su Madre la dedicación al prójimo, a la Iglesia, al culto de sus veneradas imágenes y a extender su devoción. Pongo como ejemplo a mi propia familia, cuando allá por el año 1998 con la pérdida de dos de sus pilares fundamentales y otros problemas de menor índole hacían tornar todo a gris oscuro casi negro. Dos golpes secos y rotundos para quien les habla y, en especial, para mi madre.

Pero la Virgen del Rocío, esta maternal y milagrosa imagen que pronto se encontrará bajo palio, guarda siempre en su dulce sonrisa un regalo de consuelo.

Dos años maravillosos en los que mi padre gobernó el timón de esta populosa Hermandad. Contra viento y marea y con todo el apoyo de la familia, unida más que nunca y rodeada de gente Güena, El Rocío fue el alivio necesario, el aliento que nos faltaba y la terapia inesperada.

Los que me conocen bien saben que soy muy observador y estudioso de esta santa cofradía. Por eso cada Semana Santa percibo aplausos más moderados, vítores y piropos más serenos al paso de la Virgen del Rocío. Málaga mira con ojos enamorados a la Señora. Pero con ojos diferentes a los de décadas pasadas. La Madre de Dios vive en San Lázaro desde hace ochenta años y, desde entonces, muchos de sus devotos hemos perdido a algún ser querido y sabemos que Ella los ha recibido en el Rocío del Cielo, que los recogió en sus brazos abiertos y los llevó ante el Padre y el Hijo. Cuando la vemos en la calle, bajo palio, mecida por bulerías, su dulce sonrisa se convierte en guiño divino de consuelo.

Por este motivo, y aquí hago un inciso, hago un llamamiento ahora a los que me escucháis y compartís conmigo la medalla que llevo en el pecho. Hago un llamamiento a que reflexionéis conmigo sobre la figura del Hermano Mayor de una cofradía. ¡Qué difícil es llevar a buen puerto su oficio devocional y más en una hermandad de tres mil hermanos como ésta!

La figura del Hermano Mayor recae en la actualidad en la persona de Juan José Lupiáñez Cayón, al que agradezco de corazón ofrecerme la oportunidad de pregonar a mi cofradía. Por eso, Juan, quería devolverte el favor y tenerte aquí bien cerquita, junto a tus compañeros de la Comisión Permanente y frente a esta asamblea compuesta por la Junta de Gobierno, hermanos y amigos.

Afirman algunos sociólogos que el valor de una persona se obtiene realizando la siguiente fórmula: conocimiento más habilidad multiplicado por el elemento más importante: la forma de ser.

Aún retumban en San Lázaro aquellas palabras que pronuncié hace justo un año en el momento de reconocerte tu cincuenta aniversario como hermano de la Cofradía: Hombre de gran perímetro, poblada barba blanca y con glóbulos blanco Rocío.

Solo una de las afirmaciones con las que lo describí es incontestable, ¡y no me refiero a lo de gran perímetro! Se trata de aquello de glóbulos blancos y se lo afirmo aquí porque Juan ha pasado ya a la historia. No quiero asegurar con rotundidad eso de que es el mejor Hermano Mayor de la historia porque cada tiempo tiene sus hitos y posibles. Solo sé que de su dedicación, trabajo y saber codearse de un excelente grupo humano (modestia aparte) la Cofradía del Rocío ha conseguido metas hasta hace no mucho tiempo inimaginables.

Desde hacía mucho tiempo, quien les habla, soñaba con la creación de nuestra propia Banda de Música. Entendía por aquel entonces que aquello nos daría ‘caché’ y daría un sello propio a la Hermandad en la calle. 

Pero, ¿cómo se forma una banda de música? Gracias a Dios encontré a un hermano del Rocío –al que no conocía– que me abrió los ojos y me planteó la siguiente iniciativa: Alejandro, te aconsejo que comentes la creación de una Escuela de Música pues los niños tienen que criarse en la cofradía, correr por los pasillos de la casa hermandad y echar los dientes en ella. 

Tal vez ni con esas lleguen a ser cofrades o devotos de María Santísima, pero nuestro empeño debe estar ahí, formándolos como músicos y cristianos bajo la mirada de Jesús de los Pasos y la Virgen del Rocío. 

Y así es como la entidad crece y se ramifica en ocupaciones: comenzamos en 1706 con el enterramiento de hermanos y el genuino culto sagrado; desarrollamos la caridad y el culto externo y, desde hace poco, fomentamos la docencia con la Escuela de Música ‘Virgen del Rocío’.

Y es que la Hermandad debe evolucionar y romper estrictos encorsetamientos que nos acoten llegar a más cristianos. Recuerden y siéntase orgullosos del pasado 8 de julio de 2015, cuando se proyectó una película de esta corporación en el Cine Albéniz y se completó el aforo en las dos sesiones disponibles.

Pero volvamos la vista a esta inusual crónica para contarles un anhelo cumplido de ese nazareno que avanza en edad y en ilusiones. 

24 de julio de 2012. Festividad de Santa Cristina. Para algunos será una fecha sin más. Sin embargo, en una pequeña iglesia ubicada en el antiquísimo arrabal de La Victoria, allá donde se cruzan caminos que van desde los montes al mundo nuevo, la noticia era otra.

 ¿Quién sería el portador de la buena nueva? Nunca olvidaremos el cómo ni quién nos lo contó. Para los que vestimos con tergal blanco y morado llevaremos ese recuerdo de por vida. A la hora que sonó el teléfono, a la persona que nos lo contó, el lugar en el que lo leímos o el móvil que usamos para ver el mensaje de la gloria victoriana. ¡Qué tendrá ese barrio para que te sientas tan suyo sin ser de él!

 El Hermano Mayor convocó una Junta de Gobierno de carácter extraordinario a las nueve y media de la noche. ¡Ah y tenía que ser martes! Pero la voz corrió y allí estaban más de los convocados.

 Y un abrazo, y más besos y abrazos. ¡Enhorabuena! ¡Felicidades! La alegría que nos invadió se reflejaba en los rostros de los hermanos nazarenos.

 Y ya en noche cerrada, la comitiva espontánea, la procesión de almas agradecidas arribó ante sus plantas. No sé que es eso de alcanzar la Gloria Cofrade. Decía Manuel Alcántara en su poema al Cristo de la Buena Muerte aquello de «Qué difícil es morirse bien porque sólo se hace una vez, porque nos falta costumbre…». Pues para tocar la Gloria debe pasar lo mismo. Pocas veces en la vida nos sentimos tan afortunados y tan bien rodeados. Pero créanme que aquel día estuvimos en la Gloria. Ante su atenta mirada nos dimos cuenta que ayer era más Rocío, más Novia y más Ella que nunca.

Y así nos encaminamos en una empresa otrora inalcanzable, la de Coronar a la Virgen del Rocío. Se marcó la fecha en el calendario: 12 de septiembre de 2015.

Como diría el pregonero, el hermano del Rocío debía prepararse para dar lo mejor de sí en una larga Cuaresma de tres años.

Se preparó un extenso programa de actividades; cursos de confirmación; rezo del rosario en diversos templos de la geografía andaluza; exposiciones; conciertos; un sobre esfuerzo en la labor de caridad y entiendo que se contagió a Málaga de la ilusión con la que los cofrades del Rocío, jóvenes, mayores y vecinos del Barrio de la Victoria trabajaban para coronar a su Madre. 

Cohetes, balcones engalanaos, naranjos y paredes encaladas. Incluso una extraordinaria edición de la ofrenda floral ‘Un Clavel para el Rocío’. Ya había llegado el día y quien les habla no puede sino emocionarse con las palabras con las que nuestro Obispo Don Jesús comenzó la homilía: «Una gran historia jalona la vida de la Real, Ilustre y Venerable Hermandad Sacramental de Nuestro Padre Jesús Nazareno de los Pasos en el Monte Calvario y María Santísima del Rocío».

La coronación era en sí un homenaje a la devoción universal de la que goza la Novia de Málaga, pero en sus entrañas era un regalo a todos aquellos que sacrificaron parte de su tiempo a esta cofradía por tres veces centenaria.

Enmarcado quedó el blanco entre la plata y el oro de un palio que bordaron para ti tus hijos victorianos. Todo es poco para esa preciosa imagen de Virgen gloriosa que es la alegría del pueblo de Málaga que se desborda cada vez que sale a la calle su Novia. Cómo suenan los cascabeles al paso del trono, como luce su cruz pectoral. ¡Cómo bailan las morilleras que nuestro Fiscal ideara! ¡Qué arte el de tu vestidor que enmarca perfectamente la imagen de la Señora y qué arte el de los hombres que mecen tu trono, donde aguardan centenares de angelitos victorianos! Aquí no hay corona para resaltar tu grandeza. Con la Patrona a tus pies, a la que desde nuestros orígenes rendimos pleitesía por nuestra condición de malagueña y victoriana. ¿No observáis las caras de las gentes en las aceras? Escuchad los vítores a la Madre de Dios, sentid como clavan sus miradas en ese rostro moreno y como imploran su bendición. ¡Eres el orgullo de tu pregonero, el eje de tu parroquia y el centro devocional de todo un pueblo que se echó a la calle para gritarte guapa! ¡Eres el embrujo de un barrio que pregona con alegría que dejaste ser solo suya para pasar a ser Rocío, la Novia de Andalucía! 

Esta crónica llega a su fin porque llegamos a una misma línea temporal con aquel pequeño nazareno ya convertido en hombre pero que guarda con celo sueños para su consuelo. ¿Y qué sueñas? Pues mira, sueños tengo pero también alguna que otra pesadilla, como que el Martes Santo me quedo dormido y cuando despierto ya ha salido la Cofradía. 

Pero también tengo sueño bonitos y realizables, no creas. Sueño con capas para todo nazareno pero también lo hago con que me señalen por la calle y digan: ¡ese es hermano del Rocío! Y no tan solo porque demos la curva perfecta y montemos el altar de cultos más solemne –cosa que ya hacemos– que lo hagan porque el cofrade del Rocío está plenamente comprometido con su Iglesia y escucha atentamente el evangelio. 

Sueño, y por qué no decirlo, con dos nuevos y majestuosos retablos que cobijen durante todo el año a nuestros más preciados tesoros para que se entere el mundo entero que aquí se reza y trabaja para mayor gloria de Dios sacramentado.   

Pero, si les digo la verdad, sueño con el compromiso de miles de hermanos que son los únicos responsables de llevar su imagen a cualquier sitio, con estampas y fotografías que lleven consuelo y fe a quien lo necesite.

Sueño con quien reciba esta herencia, la de ser eterno enamorado de esta devoción centenaria, la cuide y respete como creo que se hace ahora.

Pero espera, despierta, esto acaba y el pregón va a terminar… Malagueños, victorianos, ¡Claveles para el Rocío! Y que el Lunes Santo este salón sea una nueva muestra de la indisoluble unión entre la cofradía y el viejo arrabal que la cobija.

No habiendo más asuntos que tratar, siendo las 22.25 horas del 5 de marzo de 2016, como secretario de la Hermandad y con el visto bueno del Señor Hermano Mayor, doy fe y certifico que en el Barrio de la Victoria se acaba de realizar una humilde petición, ¡Que el Lunes Santo este salón sea un vergel de devoción cuando cientos de malagueños cumplan la tradición: Un Clavel para El Rocío!

He dicho.

Muchas gracias.